En el momento en que muchos padres empezaron a ponerle a sus hijos nombres como Kevin o Daenerys, sucedió que nuestro vetusto y noble santoral empezó a quedarse desfasado, demodé, carente de utilidad práctica, así que es cuestión de tiempo que aparezca en algún momento un licenciado en publicidad que sugiera que, puestos a consagrar un día, el 7 de septiembre sea en honor a Mecano, y no a santa Regina de Autun, o a san Evorcio, y por supuesto le quitaríamos el 20 de abril a santa Inés de Montepulciano para concedérselo a Celtas Cortos.
Hay una pequeña facción del pop español que ha hecho fama gracias a fijar una fecha en el título de una canción o en su estribillo, y por eso cada vez que llega el 20 de abril la gente -la que tiene una cierta edad- se acuerda del grupo vallisoletano y su canción, que empezó a poner de moda en nuestra escena pop, a principios de los 90.
En aquel momento, Celtas Cortos estaban preparando su tercer disco: acababan de fichar por Dro, una de las discográficas más sólidas que habían surgida de la escena independiente nacional de los 80, y preparaban su salto a la fama. Los dos discos anteriores les habían dado popularidad sobre todo en el circuito local del folk castellano: Salida de emergencia (1989) era un disco instrumental, de danzas con aroma celtíbero, y en Gente impresentable (1990) empezaron a jugar con el lenguaje del pop, que sería el que daría forma a Cuéntame un cuento (1991), un disco del que se han vendido dos millones de copias -una barbaridad para la época, cifras que sólo alcanzaban Julio Iglesias y Mecano-, y que tuvo en 20 de abril su pieza emblemática.
En ella, Jesús Cifuentes, el letrista y cantante, le escribía una carta a una vieja amiga, recordando los tiempos pasados, en la que había un amago de arrepentimiento por no haber tenido una mejor comunicación cuando estuvieron cerca. ¿Existió realmente esa carta? En varias entrevistas que concedió Cifuentes en 2017, aprovechando el 30 aniversario de la formación de Celtas Cortos y el comienzo de una nueva gira de conciertos, explicaba que la carta existió en su cabeza, y que se volcó en un papel para convertirse en el texto de la canción, y que la persona a la que iba dirigida era real, pero que nunca hubo una comunicación epistolar. Es decir: la carta no entró en ningún sobre, ni se le estampó ningún sello, ni acabó dentro de ningún buzón. La carta existe en el momento en el que suena la canción y la destinataria la escucha.Ver esta publicación en Instagram
Para celebrar el aniversario de una de las canciones más famosas de España, el grupo ha hecho una versión con varios artistas del panorama nacional.
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