¿CÓMO APARECIÓ ALEMANIA COMO UN MODERNO ESTADO NACIÓN?

Durante la Edad Moderna, los estados alemanes que componían el Sacro Imperio Romano Germánico tenían autonomía propia y de facto eran independientes, al contrario que otras potencias con monarquías más fuertes y centralizadas como Francia, España, Portugal o Inglaterra. Fue en el siglo XIX cuando las revoluciones burguesas (en especial la de 1848) y las nuevas instituciones políticas irían conformando un estado sólido que les uniera.

Había quienes estaban en contra y a favor de la unificación, cuya principal motivación eran la lengua y cultura comunes que compartían todos aquellos estados. A dicha situación se debe añadir las disputas entre los dos estados germanos más potentes: Austria y Prusia. La victoria de esta última en la guerra austro-prusiana por la región de Schleswig-Holstein dio paso a la Confederación Alemana del Norte, con Prusia a la cabeza de los estados que la apoyaron, mientras que Austria quedaría excluida de la unificación a la que faltaban por anexionarse los estados sureños como Baviera.

En Francia sabían que si los germanoparlantes se unificaban acabarían siendo la mayor potencia de Europa, por lo que Napoleón III declaró la guerra a la Confederación del Norte. La consecuente guerra franco-prusiana terminó de unir a todos los alemanes bajo la influencia de la victoriosa Prusia, cuyo rey Guillermo I se proclamó emperador o káiser en el recién creado segundo Imperio alemán.

El canciller Otto von Bismarck promovió una serie de políticas que hicieron de la nueva Alemania una potencia mundial. Su industria se multiplicó enormemente y pronto empezó a participar en la empresa colonial. A su vez, creó un sistema de alianzas con países como Austria-Hungría e Italia y buscó marginar y reducir el poder de Francia.

El poderío alemán era indiscutible pero también conllevó a una seria inestabilidad internacional. Bismarck acabó apartado del poder y los káiseres gozaban de excesiva autoridad, dando siempre importancia a Prusia sobre el resto de Alemania. La situación interna, sumada a la derrota en la Primera Guerra Mundial, acabó quebrando a la nación alemana. Aunque ésta se mantuvo unida, perdió el gran poder que la había fortalecido durante poco más de cuarenta años.