LOS TIBURONES HAN MATADO A SIETE PERSONAS ESTE 2020 EN AUSTRALIA, LA CIFRA MÁS ALTA DESDE 1934

Este año los tiburones han quitado la vida a un total de siete personas en Australia, una cifra que no se registraba desde hace 86 años, en 1934, cuando también fallecieron siete personas, de acuerdo con los datos aportados por Taronga Conservation Society Australia. Pese a que los ataques de estos escualos son frecuentados, las muertes por esta causa son una singularidad. “La media a largo plazo es de solo una por año”, declara Culum Brown, un profesor de Ciencias Biológicas de la Universidad Macquarie en Sídney.

Una organización conservacionista recopila datos de ataques de estos selaquimorfos desde 1984, así como también reúne investigaciones de fechas previas para completar su documentación.

El primer caso tuvo lugar en enero, cuando un buzo desapareció tras el ataque de un tiburón blanco, su cuerpo nunca fue encontrado. El último deceso registrado fue el de un surfista de 52 años a principios de octubre. Según informa la CNN, las autoridades iniciaron un dispositivo de búsqueda para que se desplazara a la zona donde desapareció. No obstante, lo único que hallaron fue su tabla.

En 2019, el número de ataques de tiburón en Australia corresponde a la cifra 23, mientras que en 2020 desciende a 21. No obstante, contrasta la cifra de muertes entre ambos años, puesto que no hubo ningún deceso en 2019. Asimismo, resulta conveniente destacar que, en las últimas cinco décadas, el número promedio de muertes por ataques de tiburón oscilaba entre uno o dos casos. En 2017 y 2018, se registró un solo deceso, mientras que en 2015 se registraron dos.

Habría que remontarse a 1929 para encontrar un registro más excesivo. Ese año los tiburones se cobraron nueve vidas. El tiburón blanco, el tiburón tigre y el tiburón toro son las especies que suelen atacar en las costas de Australia.

LOS TIBURONES NO SON LOS CULPABLES

Algunos expertos han explicado que el desplazamiento de estos condrictios a las aguas poco profundas puede deberse a la crisis del cambio climático, puesto que se ha documentado que la temperatura se ha incrementado hasta cuatro veces más que el promedio anual en las aguas cercanas a la superficie terrestre.

Hay especies que prefieren las aguas más cálidas, según indica Robert Harcourt, director de un grupo de investigación de depredadores marinos en la Universidad Macquarie. Otras especies, como el tiburón blanco, están adaptadas a temperaturas más bajas, pero se acercan a las costas por la existencia de presas. Otras simplemente se ven afectadas por las crecientes corrientes marinas, que suponen la existencia de áreas de agua fría y caliente.

“Prevería que habrá un mayor movimiento, un aumento en el rango geográfico, en muchas de estas especies. Eso es porque la dinámica del cambio climático significa que su hábitat adecuado en términos de temperatura del agua y distribución de presas también está cambiando. Y estos animales son depredadores ápices grandes y de gran alcance”, informa Robert Harcourt.

Asimismo, la nocividad ocasionada en los ecosistemas obliga a gran cantidad de especies a adaptarse, así como a migrar a otras zonas. “Esos dos ecosistema (arrecifes y manglares) por sí solos son responsables de una enorme diversidad en los ecosistemas marinos, por lo que hay ecosistemas que han desaparecido y/ moviéndose”, explica Culum Brown a la CNN.

Un estudio de 2019 de la Universidad Macquarie que cita BBC comparó datos recogidos sobre el comportamiento de los animales durante más de un siglo con los registros de temperatura y precipitaciones. Como resultado, encontraron cierta relación entre el tiempo y los ataques de los animales en determinados puntos geográficos. En el norte del Estado de Nueva Gales del Sur, donde han fallecido do personas en los últimos meses, se estima que el riesgo aumenta cuando caen grandes precipitaciones. La lluvia desplaza y extiende nutrientes a la costa, por lo que atrae a presas de los tiburones, tales como peces o focas.

No olvidemos que los tiburones siguen siendo depredadores, pero sobre todo, siguen siendo animales. No atacan con racionalidad o intencionalidad. Sin embargo, siempre han estado “mal vistos” por el pánico que suponen para la población, entre otras cosas por el miedo inculcado a lo largo de los años con las historias y películas sobre estos escualos.