EL TRIBUNAL SUPREMO DECRETA QUE LA FAENA DE UN TORERO NO ES PROPIEDAD INTELECTUAL

El torero Miguel Ángel Perera. EUROPA PRESS

El Tribunal Supremo ha establecido que la faena que hace un torero no se puede registrar como una obra de arte con un derecho de propiedad intelectual, pues no es posible determinar en qué consiste la creación artística original.

Esta decisión viene motivada por el recorrido judicial de la petición del torero Miguel Ángel Perera que solicitaba la inscripción en el registro de la propiedad intelectual de la obra denominada «Faena de dos orejas con petición de rabo al toro «Curioso» nº 94, de peso 539 kgs, nacido en febrero de 2010 ganadería Garcigrande Feria de San Juan de Badajoz, día 22 de junio de 2014″.

Fue el Registro de la Propiedad Intelectual de Extremadura quien en un primer momento expresó su negativa a la inscripción de dicha obra en el registro. Esta decisión fue recurrida por el torero y fue ratificada por el juzgado de Mercantil Número 1 que dictó sentencia a favor de la acción del Registro de la Propiedad Intelectual. Finalmente, la cuestión fue llevada a la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo que ha rechazado el recurso presentado por el torero y ha ratificado los dictámenes anteriores tanto del Registro de la Propiedad como del juzgado de lo Mercantil.

El Tribunal Supremo ha expresado que «En la lidia de un toro no es posible esa identificación , al no poder expresarse de forma objetiva aquello en qué consistiría la creación artística del torero al realizar una concreta faena, más allá del sentimiento que transmite a quienes la presencien, por la belleza de las formas generadas en ese contexto dramático».

Miguel Ángel Perera argumentaba ante el Supremo que «el toreo es un arte y la faena de un torero una manifestación artística, una obra de arte, y, en concreto, la que era objeto de solicitud de inscripción en el registro de propiedad intelectual era una creación artística original, razón por la cual resultaba procedente su inscripción». Sin embargo, el Tribunal Supremo no encuentra en dicha manifestación los elementos fundamentales que caracterizan a una obra.

Mónica Giner González