ASÍ ES LA PISTA DE ESQUÍ CONSTRUÍDA SOBRE UNA INCINERADORA DE RESIDUOS EN COPENHAGUE

Copenhill, la pista de esquí artificial construída sobre una planta de gestión de residuos

La colina artificial pretende convertirse en la nueva gran atracción turístaca de Dinamarca

Copenhague da un paso más en el camino hacia convertirse en la primera ciudad libre de emisiones en 2025 y construye una pista de esquí artificial en el tejado de una planta de incineración de basura. La colina, bautizada como Copenhill, pretende convertirse en un reclamo turístico y recreativo para los amantes del esquí en un país en el que solo existen pequeños montículos de no más de 200 metros.

Copenhill es una es una colina preparada para el esquí verde diseñada por el estudio de arquitectura Bjarke Ingels Group (BIG) que también es autor de otros proyectos sostenibles como la estructura de viviendas Mountain Dwellings o Amager Bakke, la planta de residuos que sostiene la pista de esquí. Según los arquitectos, el objetivo era conseguir una «sostenibilidad hedonista» y garantizar la práctica del esquí durante todo el año gracias a una estructura sintética, como ocurre con la escalada. “Quisimos crear algo que proporcionara una experiencia a la gente. Recordamos que cerca de aquí hay una zona con instalaciones para deportes de riesgo y nos atrajo también la idea de construir una montaña auténtica sobre una montaña de basura”, explica en rueda de prensa el arquitecto David Zhale, del estudio BIG. Copenhill está planteada como una opción sostenible que permita practicar deportes de montaña en un país prácticamente plano, por eso el proyecto se ha inspirado en montañas reales, con área verde, zonas de senderismo, a la que se puede acceder sin coste, escalada y esquí con un precio de 220 coronas (29,5 euros) por una hora, seguro incluido.

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Además de proporcionar una opción de ocio, Copenhill sirve para atraer la atención sobre la planta de residuos que la sostiene. Esta planta es la más moderna de Dinamarca, y convierte los deshechos en energía evitando el uso de combustibles fósiles. “Es la planta de conversión de residuos más limpia del mundo” señaló Ingels durante la inauguración. De hecho, añadió, “es tan limpio que hemos podido convertir la infraestructura en la base de la vida social de la ciudad: su fachada es escalable, su techo es escalable y sus laderas son esquiables». La planta, que fue inaugurada en 2017, es capaz de convertir hasta 440.000 toneladas de basura en energía al año, lo que permite proporcionar electricidad y calefacción a 150.000 hogares.

Por Cristina Moreno García