BEIJING, EL NUEVO PAISAJE DE LA CONTAMINACIÓN

El pasado 15 de marzo la capital China y buena parte del país se levantaron con un paisaje como poco apocalíptico, la contaminación se hizo con el cielo chino donde el polvo y la arena eran los nuevos protagonistas, tapando la mayoría de los rascacielos.

Se trata de una tormenta, muy habitual en esta época, dónde la arena de los desiertos es arrastrada por el viento hacia el este afectando a todas las naciones asiáticas, e incluso hasta el norte de Japón.

La tormenta según el Centro Nacional de Meteorología China es un cúmulo de contaminación y arena del desierto, la cual ha provocado el cese del transporte aéreo, y múltiples y serios problemas con el tráfico. También este Instituto de Estudios sobre la Meteorología ha decretado que se trata de la tormenta más intensa  y con más capacidad expansiva desde hace 10 años.

Como ya ha sido anteriormente mencionado la contaminación supone uno de los problemas más preocupantes de toda China ya que su producción económica se basa en la producción constante del carbón, por lo que se ha convertido con el mayor nivel de emisión de gases de efecto invernadero.

La concentración de partículas de polvo o cenizas en el aire alcanzaban casi 5800 microgramos por metro cúbico, la semana pasada. debido a toda esta situación las autoridades pidieron que ancianos niños y personas que sufren de enfermedades respiratorias se quedarán en casa durante toda la jornada hasta qué pasara la tormenta.

El centro de control medioambiental dio la alarma de la mala calidad atmosférica, sobre todo en la capital por la expansión de ciudades e industrias, normalmente de origen carbónico. este centro ha pedido al Gobierno chino el control sobre las emisiones de gases y la necesidad de nuevos recursos para dejar de lado el carbón.

Como respuesta el Partido Comunista ha prometido reducir las emisiones de dióxido de carbono en la producción económica un 18% en los próximos 5 años, además de nuevas iniciativas como la plantación de arbustos y vegetación para intentar aplacar los gases de efecto invernadero.