Tras 26 años de silencio, Francia decidió dar explicaciones sobre uno de los peores genocidios en la historia mundial, en Ruanda dejando alrededor de un millón de muertos.

La guerra entre los hutus y tutsis nunca dejó demasiado claras las razones, ni los apoyos que tenían las diferentes etnias en este mismo territorio. Los hutus, con mayoría de población, llegaron al poder en 1973 con el presidente  Juvénal Habyarimana, tras un golpe de Estado. El hecho es que los tutsis nunca llegaron a aceptar a ese presidente ya que no se sentían representados de ninguna manera. Este territorio que anteriormente fue propiedad belga, el 7 de abril de 1994 dos misiles derribaron el avión presidencial, e inmediatamente se culpa a los tutsis desencadenando una violencia que duraría más de 100 días, con inicio en Kigali y que posteriormente fue extendiendo a lo largo de todo el país, provocando ataques con armas primitivas, así como los machetes. Alrededor de 200.000 mujeres fueron violadas en esos días, además de dejar entre 800.000 a un millón de personas como víctimas mortales.

A lo largo de toda esta masacre, las tropas belgas que estaban asentadas en ese territorio se marcharon, La ONU no se inmiscuye lo suficiente y algunos de los soldados fueron asesinados. Esto provocó la liberación total del odio entre las etnias. ¿Pero qué tiene que ver el papel de Francia en este suceso?

Durante años las malas lenguas, han dicho que la culpa del genocidio la tiene Francia por apoyar al régimen Hutu, dotándole de armas, de poder y de estrategias. Como medida para mejorar la imagen del país, Emmanuel Macron, ha decidido presentar un estudio con las verdaderas razones de Francia por inmiscuirse en ese territorio africano.

La forma para desvelar la verdad viene de la mano de Vincent Duclert, experto en historia genocida, se trata de un trabajo de 2 años en los que el primer paso es un informe de casi 1000 páginas publicado a finales del pasado mes. En este se ve el estudio de 8000 documentos archivados y clasificados que recogen las órdenes que se dieron en ese momento de 1994.

“Francia contribuyó a reforzar, sin saberlo el proceso genocida dando al pueblo mayoritario mayor poder convirtiendo el odio étnico en arma”. “En Francia ante la inquietud de ministros, parlamentarios, altos funcionarios, intelectuales, la única respuesta fue la indiferencia, el rechazo o la mala fe. Este alineamiento con el poder ruandés procede de una voluntad del jefe del Estado y de la presidencia de la República. El ejercicio de la autoridad presidencial garantiza poderes elevados en materia diplomática y militar, en particular respecto a África. La marginación de las instituciones con posiciones divergentes y el exilio del pensamiento crítico caracterizan también esta historia ruandesa de Francia que se parece en muchos aspectos a una crisis de la acción pública”.

Vincent Duclert (5.04.2021, para El País)