CHAPPELL ROAN: LA ARTISTA QUE ESTÁ CAMBIANDO LA FORMA EN LA QUE SE ENTIENDE LA FAMA

Con 26 años y la estatuilla de su primer VMA reposando en el salón de su casa en Misuri desde hace escasas dos semanas, la artista Chappell Roan cancelaba el 27 de septiembre su participación en el las ediciones de Nueva York y Maryland del festival All Things Go, apenas dos días antes de los conciertos. “No me veo capacitada para actuar. Las cosas se han vuelto demasiado abrumadoras en estas últimas semanas… Necesito unos días para priorizar mi salud mental”. Así lo anunciaba la cantante, después de semanas de acoso en redes sociales por su posicionamiento político de cara a las elecciones generales estadounidenses.  Desde el momento en el que la joven publicó el anuncio en Instagram, Twitter se dividió entre los que aprovecharon la noticia para seguir atacando a la cantante , y aquellos que comparaban el derribo que Chappell está sufriendo por parte de las redes sociales y la prensa, con el escarnio público al que sometieron en los 2000 a artistas como Brittney Spears y Amy Winehouse. 

No podemos entender el fenómeno de Chappell Roan, una cantante que después de siete años buscando un hueco en la industria de la música ha conseguido en 2024 convertirse en una de las principales promesas del pop, sin entender antes sus orígenes y los valores que reflejan su proyecto como artista. 

Teniendo en cuenta la estética drag de sus actuaciones y  la libertad con la que habla sobre ser queer en su música, podríamos asumir que Chappell Roan procede de grandes ciudades como Nueva York o Los Ángeles que representan unos Estados Unidos más progresistas, pero nada más lejos de la realidad. Chappell, cuyo nombre real es Kayleigh Rose Amstutz, tiene sus orígenes en la América más profunda, en una ciudad de Misuri donde la joven creció rodeada de los valores más conservadores y casposos. Quizás por eso, cientos de miles de personas de todo el mundo conectan con su música, ya que cuenta la historia de todos aquellos que han tenido que dejar atrás las calles en las que crecieron puesto que en ellas no hay espacio para lo que se salga mínimamente de la norma.

Aunque The Rise and Fall of a Midwest Princess salió en 2023, ha sido este año cuando la artista ha podido recoger sus frutos y se ha convertido en un auténtico fenómeno, contando actualmente con siete  canciones en el top 100 Billboard, a pesar de llevar cinco meses sin publicar música nueva. Sin embargo, lo que parecía que iba a ser un año de ensueño para la artista (actuando en el Coachella, ganando su primer VMA y entrando en el top 100 de cantantes más escuchados en Spotify), empieza a parecerse más a una pesadilla. Al fin y al cabo, el mundo del showbusiness tiene bastante parecido con ese Misuri que Chappell tuvo que abandonar, pues no deja de ser un espacio en el que la novedad atrae siempre y cuando no incomode. 

Y Chappell, incomoda.

Incomoda desde el momento en el que la artista cuenta con Drag Queens locales como teloneras en sus conciertos, incluso en los estados donde existen normas que persiguen a las travestis. Desde el día en que frente a un público de miles y miles de personas, la cantante denunció en mitad de su actuación en el festival Gov Bal el genocidio palestino y la hipocresía del Gobierno de Biden. Desde que en agosto dijo “hasta aquí” ante las faltas de respeto de mal llamados fans que atentaban contra su privacidad e integridad física. Y sobre todo, desde que hace una semana, se negó a respaldar y publicitar la candidatura de Kamala Harris, debido a su apoyo a Israel, en unos EEUU donde los políticos parecen más estrellas de Hollywood que servidores públicos.

El debate en redes en estas semanas ha girado en torno a si Chappell Roan está preparada para el mundo de la fama. Pero quizás, por su capacidad de poner límites y de hablar sin tapujos sobre temas que molestan, Roan sea precisamente el modelo a seguir para que el showbusiness (y el mundo en general) sea un poco más habitable.